sábado, 22 de diciembre de 2012

Un mensaje al mar



Imaginemos ser un naufrago que está en una isla desierta y decide mandar un mensaje en una botella. ¿Cuántas cosas pasarían por nuestras cabezas, cuántas palabras buscarían ser dichas, cuántas otras morían en el intento?

Mandar un mensaje en una botella es más que mandar la dirección de tu isla pidiendo que te rescaten. Es mucho más. Son, o serian tus últimas palabras esas que alguien leerá.

Un mensaje en una botella es único para un naufrago, aunque su final sea generalmente infeliz, el mar lo recibe y sabe qué hacer con ese mensaje.

Así, hoy escribo un mensaje en una botella, y lo suelto al mar para que cuando lo leas sepas que también naufragué.

Dar tantas vueltas para decir que este mensaje es para muchos y para que muchos sepan lo que me pasa, y para los que quieran compartan lo que siento. No puedo agradecer uno por uno porque capaz que cometo el error fatal de no nombrarles, por eso decido ser general. Les agradezco mucho a los que me bancaron en miles de cosas, situaciones, reniegos, locuras, boludeces, caprichos, etc. A los que, aunque nunca los llamé, estuvieron firmes y dispuestos a darme una mano. También pido mil disculpas a los que no los pude acompañar en sus cosas por estar estudiando para un parcial, o un práctico, o un final o porque tenía clases o lo que fuere. Y quiero decirles que este logro, la finalización de mis estudios, es de todos ustedes y se los dedico desde el centro de mi corazón, y con el más profundo afecto y cariño que les tengo. Quiero que sepan que mas que alegría tengo la sensación de tranquilidad, de liberación. Llevar sobre mis hombros la carga de poder darles algo de lo mío que ustedes fueron acompañándome y gestando pesaba muchísimo. No les voy a mentir, este año me lo propuse como fecha límite, y no quería terminarlo sin darles este regalo. Porque por más que se considere que esto como un logro personal, yo no soy nada sin la gente que quiero y me quiere.

Por eso, finalmente, disfruten y festejen que esto que soy ahora, también es de ustedes. Me debo a ustedes, eternamente a ustedes.

PD: No se den por vencidos ni aun vencidos.

martes, 18 de diciembre de 2012

Miedosos, valientes y boludos



Cuando la realidad te es adversa y te moja la oreja diciéndote “¿a ver que tenes para decir?” ahí es cuando tenes que ser valiente. Porque el valeroso no es aquel que no tiene miedo, sino es aquel que conociendo el peligro de lo que conlleva su accionar de igual modo hace lo que tiene que hacer. En cambio el cobarde se retuerce en sí mismo y se queda congelado por su propio miedo. ¡Ojo! Tampoco es valiente el que va en moto, sin casco por una autopista en medio de la neblina a 120 diciendo “no tengo miedo”. Ese, ese es un boludo.