domingo, 25 de marzo de 2012

Muerte Helada



Toda historia tiene un comienzo que se convierte en el primer paso en los caminos del destino. Ésta es la historia de un desconocido y te la voy a leer tal como él la escribió:

“Nuestra historia comenzó en unas islas al norte del Gran Glaciar. De jóvenes soñábamos con viajar por el mundo y convertirnos en poderosos héroes, pero nuestra vida diaria nos limitaba a serlo. Un día decidimos viajar más allá del Gran Glaciar para así descubrir nuevas tierras. Pero ojo, no solo nos impulsaba la sed de aventuras; sino también una leyenda de poderosas armas y artefactos mágicos nunca vistos por ojos mortales.

Cuenta la leyenda que en tierras distantes cruzando el continente de Ansalon se encuentra un grupo de islas donde se guardan los más poderosos objetos mágicos. También se cuenta que en el Gran Glaciar hay una ciudad elfica escondida. En ésta ciudad hay un lago de aguas plateadas y de misteriosas cualidades mágicas. No sabemos bien que fue, pero queríamos ir ahí o al menos intentar llegar.

Luego de viajar con unos piratas terminamos en la orilla del glaciar. Casi que nos congelamos al nadar por las heladas aguas. Sobrevivir fue más duro de lo que imaginábamos. Recorrimos casi una semana de viaje por la helada tundra hasta al fin llegar a unas colinas. En el horizonte divisábamos a unos gigantes que nos impedirían el paso. Hábilmente mis compañeros engañaron a los gigantes dándoles un escudo “mágico”, siendo éste solamente un escudo común con el conjuro de luz.

Nuestro viaje siguió por las colinas entre quebradas y bosques. Extrañamente el frio mermaba y con ello aumentaban nuestras posibilidades de sobrevivir. Nos cruzamos con sujetos de varias tribus de salvajes y hasta con unos poblados quienes nos ayudaron con refugio y alimentos. Lamentablemente también tuvimos que entrar en combate con partidas de caza de otras tribus y hasta con un grupo de caballeros vestidos completamente de negro. En uno de esos enfrentamientos fue cuando perdí dos de mis dedos de la mano izquierda.

Después de cruzarnos con esos vestigios de civilización, tuvimos que pelear contra varias tribus de trasgos. Hasta tal punto que una partida de ellos nos prosiguió por las montañas en una exhaustiva cacería. Corrimos muchísimo por montañas y bosques hasta llegar a un estrecho en medio de una pared de piedra. Allí con refugiamos y logramos escapar por un momento, solamente para tomar un respiro. Nos persiguieron por el estrecho montañoso incansablemente hasta que una tenebrosa voz de ultratumba nos salvó causando un terremoto y sepultando a los trasgos.

Ante nosotros se manifestó una preciosa elfina que nos teletransportó hasta una inmensa ciudad llamada Belegost. La leyenda era cierta, logramos ver el lago de plata y conocíamos la ciudad. Entrenamos todo un año con los elfos, aprendiendo de su cultura, su arte y su magia.

Pasado el año, emprendimos viaje nuevamente hacia el norte, pues sabíamos que Ansalon estaba muy cerca. En el camino tuvimos que enfrentarnos a la bestia más temible que jamás hayamos visto: un gusano de escarcha. Fue una batalla sin precedentes y gracias al hechicero y el druida logramos derrotar la bestia. Nuestro camino continuo un poco más hasta toparnos con un mortífero troll que logramos reducirlo en pedazos en cuestión de segundos.

Al siguiente día de viaje, caminamos varias millas por la helada tundra. Mi cuerpo estaba entumecido y estábamos pasando hambre. Las inclemencias del clima y el cansancio pronto empezarían a cobrar victimas. Temo ser solo una tumba perdida en el ártico”.

Esto fue lo último que se supo de él. Su diario terminó en mis manos, y honraré su nombre en mis canciones.

Japhet Valcanis viajero y bardo.