Quiero verte una vez más. Sentir que aun no te has ido. Saber que es de tu vida y que sepas que es de la mía sin ti. Nada, es eso, así de simple y sin rodeos. Te extraño. Quiero que sepas que todavía te espero por las noches interminables de insomnio queriendo sentirte abrazándome. Y por las mañanas despierto con ansias de verte recostada de lado, como solías dormir, con tu cabello suelto danzando por tu espalda. Cierro los ojos y te veo ahí, recostada; siento el resplandor del sol de la mañana que se refleja en tú piel dorada y hasta llegué a sentir tu aroma.
Cuando camino por la calle creo verte, pero son solo alucinaciones. Te busco entre la multitud y hasta una vez seguí a alguien pensado que eras vos. ¿No es acaso gracioso? La verdad: ¡No!
Llámalo obsesión, locura o demencia; llámalo como quieras. Para mi es necesidad. Depender de tú existencia para sobrevivir es atroz. El simple hecho de saber que vas a leer esto y verme a mí suplicando por tu regreso es penoso. Créeme que me siento realmente apenado por escribirte esto. No por ser menos hombre y rogar por tú regreso. Sino por ser tan poco hombre que no puedo vivir sin vos.
Los tiempos que corren hacen que me esperance con verte de nuevo, sin embargo sé que si te vuelvo a ver no será lo mismo. Seguramente tendrás otro nombre, otro rostro, otro cuerpo, otro aroma, en fin serás diferente; serás otra. Pero no me puedo quitar la ilusión de volverte a ver, sin importar que forma tomes.
Al fin y al cabo nunca podré superar tu ausencia y seguir con mi vida. ¿Sera que eras más que solo una parte de mi vida? Te escribo estas líneas para que sepas que te quiero, te espero, te deseo. Te deseo que… Que sólo me queda poder desearte que estés bien dondequiera que estés.
Fragmento de otro relato